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Quedan exentas del pago de tasas las personas que, ante un requerimiento oficial, acrediten su situación de precariedad económica así como aquéllas que las solicitan para la tramitación de cualquier proceso eclesial.
Es el sacramento por el que la persona entra a formar parte de la comunidad eclesial como un nuevo miembro unido a Cristo. Quien es bautizado, lo será para siempre, pues “imprime un carácter permanente”.
En la celebración del rito del bautismo se utilizan tres símbolos: el agua, símbolo de la nueva vida y de la purificación del pecado; el aceite, símbolo de la bendición de Dios y la unión con Jesucristo como nuevo miembro de su Iglesia; y la luz, símbolo de Jesucristo resucitado y de la misión evangelizadora del bautizado.
Fue el 11 de noviembre de 1563, en la sesión XXIV del Concilio Ecuménico de Trento, cuando se estipuló la obligación de llevar un registro de los bautizados en cada parroquia de todo el orbe católico, debiendo consignar en un primer momento la fecha y lugar del bautismo, el nombre del bautizado, los padres y padrinos. Siglos más tarde fueron incorporándose más datos, como los nombres de los abuelos, tanto paternos como maternos.
En nuestra Diócesis la primera inscripción de bautismo que se conserva y que, además, se custodia en este Archivo Histórico Diocesano corresponde a María Madariaga, la cual fue bautizada el 2 de septiembre de 1498 en la parroquia de Nuestra Señora de la Piedad, en Antzuola.